Dos referencias marqué en mayúsculas y en negritas, para encarar mi trabajo diario en el Parque Científico-Tecnológico de Almería (PITA): la consolidación del proceso de mejora continua que nuestra provincia emprendió hace cuatro décadas y la mayor diversificación posible de nuestra economía que minimizara los riesgos de una dependencia casi vital del sector primario.

No obstante, soy de los que piensa que la economía almeriense, hoy por hoy, presenta una excesiva y peligrosa dependencia del sector primario al que tanto le debemos. Pero sin olvidar un solo minuto el pasado, conviene ser consciente de que la deseable diversificación económica, con una apuesta por las actividades industriales en las que presentamos ventajas comparativas (como por ejemplo la agroalimentaria), no es incompatible con la permanencia de una agricultura de vanguardia. Más bien todo lo contrario. Una industria vinculada, auxiliar y de transformación, potente y de continua mejora tecnológica reforzaría el liderazgo de nuestro modelo agrícola. De hecho, el PITA tiene entre sus objetivos fundacionales el convertirse en un foco internacional de las tecnologías vinculadas a la agricultura de vanguardia de clima mediterráneo.
Afortunadamente, a día de hoy, esos debates sobre la idoneidad o no de buscar fórmulas de valor añadido a la producción agrícola están más que superados: no queda otra. La producción agrícola será cada día más rentable en tanto en cuanto se nutra de una potente actividad investigadora, de conocimiento, de tecnología que diversifique, también, su oferta: en los mercados de productos en fresco de mayor exigencia de calidad y en aquellos que desean productos, también de gran calidad, preparados para consumir sin apenas elaboración posterior.
Almería deberá reforzar necesariamente el peso de los sectores industriales y de servicios de gran valor añadido si quiere consolidar un proceso de varias décadas de desarrollo continuado e insólito en su historia moderna. El PITA debe ser el escenario privilegiado para la transferencia de la investigación aplicada, de la innovación que hará posible el “segundo milagro almeriense”, el que favorece la diversificación de la economía provincial y procura la integración del mundo científico y empresarial.
En todo ello el sistema de ciencia, tecnología y empresa (I+D+i) vinculado a la agricultura tendrá un papel fundamental, contando también con la participación imprescindible de consultores muy especializados en tecnología e innovación que faciliten la necesaria digitalización del cluster agroalimentario.
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